Me es difícil dar medidas paralelas sobre si hay o no, poesía centroamericana(en especial la salvadoreña y nicaragüense) que marquen distintos enlaces que no sean los ligados con la historia política y económica de los setentas, ochentas, sumados con los estragos propios de la época a finales del siglo; y que aún no se han mutilado.
Pero si logramos husmear por ciertos rincones encontramos unidades que por su producción fresca y liberada nos asombran con la certidumbre de que sí vamos hacia una nueva forma de expresión intimista y a la vez, social en la Región.
Si bien es cierto, que el tema poético puede ser secundario a la hora de un análisis estético, hay conjugaciones necesarias que dan fórmulas a la historia de cómo el escritor dirige con su denuncia una propuesta ante la cultura y la moral artificiosa.
Hoy encuentro en muchas voces jóvenes, una búsqueda intensa en la forma renovadora de cómo deben delinear su palabra pero también ligada a su mundo circundante, sin ser de movimientos "light" o arrebatados del histerismo colectivo de ciertas tendencias literarias.
Ya no es literatura comprometida con su nación-estado-circunstancia sino una adhesión a sí mismo, a él (su propio yo lírico) como centro universal y por lo tanto, confrontador de todos los dominios externos.
Así me encontré al poeta salvadoreño Eleazar Rivera, dominado por la palabra irreverente y con una nueva propuesta estética.
Dicen sus heridas:
"Humano. Terriblemente humano. Dueño de todos los cepos, de todos los grilletes, de todos los barrotes. Mi pasaporte tiene una herida; un puñal le cortó la identidad. "
Es una confesión sin parquedad no solo por dejar parir sus miedos, sus patrias que ya se ven como ajenas, su rebeldía de respirar porque sí y porque no hay otra opción con la palabra... sino porque nos propone una versatilidad sin atajos verbales ni metáforas redundantes.
Liberado como debe hablarse, como lo siente al escribir, como entender lo que me dice porque es lo que quiso decirme.
Contra el hombre y contra todos les dejo su poesía:
He crecido con el fuego en las manos. He visto florecer la sangre de escorpiones. Me he llamado hombre; pero, nada tengo que ver con el homo sapiens. Me agrada entrar a las fiestas y a los festivales a los que nadie me ha invitado. Trato de llamar la atención de las cámaras y aparecer en los titulares de los periódicos. Me entristece el salitre y el color de las cebras. Escucho el eco de pretéritas estan-cias. Medusas me hacen nacer de su sangre después que Perseo hace rodar sus cabellos.
LA PATRIA DE LOS ROBLES
Esta es la patria de los robles
aquí olvidaron
su guitarra
los grillos
y en ellas
nacieron ciudades
y memorias
Esta ciudad es grande
los muros que la protegen
están construidos
de huesos
y sombreros
Aquí no hay sol
y llueven piedras
cuando alguien quiere verlo
La noche se prolonga
y sus racimos
se pudren
en nuestras vidas
El recuerdo hiede
y nos carcome
Los pájaros mueren
antes de levantarse de las cenizas
Un río corre a unos metros
y en sus cristales
las figuras se detienen
beben estío
y regresan a sus sombras
Una antorcha
se enciende bajo la lluvia
y un rayo muere
en el mismo instante
que los centauros brindan
por el frío de los robles .
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