Este espacio es una recolección de lecturas. No tiene perspectiva de crítica sino es un pasatiempo personal.































11 de mayo de 2009

Mayra Oyuela: Poeta hondureña invitada al VIII Festival Internacional de Poesía, Costa Rica

 

mayra_oyuela

Cuando suenan las piedras, suenan los zapatos, suenan los trotes, suenan los poemas… y esta joven, se hizo sonar cuando leyó en la apertura del Festival en la Plaza de la Democracia, el pasado 8 de mayo.

Son de esas poetas que da gusto descubrir entre los tumultos del ladrido y los aullidos literarios.

Es una envoltura con profundidad. Brizna fresca y maña de aguacero inesperado. Todo un oficio de capitanía como asemeja uno de sus libros: “Escribiéndole una casa al barco”. Como será ese barco cuando crezca? Ya su navegación es clara y sabe a dónde va.

Hay una conjuración temática de hastío, de dualidades, de objetivación, de negaciones pero a la vez, de confrontar lo que es y no es… a veces, más que pesimista como es la vida. Lo dice en su poema “Del viaje que no pudo ser”: Rezo a diario con la esperanza de que no exista Dios,/ni ángel,/ni madriguera,/ ni nodriza/ que arremetan contra tu sombra./Me quedo maldita e impúdica todas las tardes/jurando nunca más esperarte./

Ella es como ese zapateo que te das frente al mundo hasta perder toda huella de ingenuidad. Una vez, así me sentí o porqué no decir, que a veces me sigo sintiendo. La comprendo cuando dice: Me estremece solo pensar/ que perdí la empatía con los dragones. … ver que sus ojos prendidos/reemplazan mis sueños/ y se van quedando solos,/ tan solos,/ perdidos.

Con más limpidez puede lograr lo que busca. Con ligeras rimas en contraposición a su novedoso estilo cotidiano. Realmente se disfruta de su rabia, de su materia intrépida con su sexualidad y desamor, de su Puerto en arribo…

¡¡Que sigan sonando sus zapatos!!

 

TRANVIARIA

 

Llevo al mundo como pendientes en mis orejas,

rozo con mis pestañas a los desconocidos,

beso manos de transeúntes

(hormigueo en los labios).

Que alguien me aborde,

soy el metro que jamás esta ciudad conoció,

atrevidos en mí todos los años,

en mí el transcurrir,

en mí la palabra ventrílocua de cada estación,

en mí la espina y el diente que muerde la rosa de lo oculto.

Mis muertos no son sombras raídas en la luz.

 

Que alguien me aborde,

sé cual es el principio y el final de este cuento.

que alguien suba y se detenga en mí,

mis ojos son túneles que dan a cualquier lugar,

mis manos paredes para reposar en lo oscuro,

mis brazos sillones para que vengan a hacer el amor.

Roto ya todo lo íntimo en mí,

he de saberte andar, mundo,

con los puños cerrados en señal de auxilio y no de defensa

cerrados para llevar en ellos el resto del aire

que no supo caber en mis pulmones.

En la imperfección está lo bello.

No necesito ser el poeta sino el poema,

la belleza está por encima de la lógica de cualquier poeta.

Necesito andarte despacio, camino,

no me detengo en el asombro de saber llegar, mundo:

en tus barrios, tatuadas están las paredes de caccàrea

sumisión,

en tus barrios fue donde aprendí a defender el descenso.

Soy el metro que esta ciudad jamás conoció;

en mí los volantes con fotos de desaparecidos,

en mí túmulos de palabras que alguien no supo barrer bajo

la alfombra,

en mi el transcurrir.

Que nadie venga a preguntar porque no te describo,

esperanza,

yo hablo de eso otro bello, que no está en lo bello.

Abórdenme predicadores de la tarde,

Zanates, pirueteros, estudiantes: no olviden el punzón

y escriban en la oquedad de mis vagones

teléfonos para citas de amor,

DJ, bartenders y todos con títulos de extranjerismo en su

profesión,

suban carniceros del San Isidro, conserjes y putas,

albañiles vengan a devolver la sonrisa

a las princesas de los domingos.

Mujeres: describan con su carmín la caricia que no les tocó,

suban, fresitas de high school, madres solteras, suicidas,

docentes, vengan a traficar perfumes traídos del Canal de

Panamá,

vengan a abordarme, en mí el transcurrir, todos los años,

el suspenso del que anda a tu lado, a pesar de su humanidad.

 

Sé quién soy,

basta una palmada en el hombro

y retorno a mis pies nauseabundos de sueños,

basta una palmada en el hombro

y retorno a mí

 

al anonimato,

a la flatulencia, a la humana que soy.

¡Abórdenme!!!!!!

Soy el metro que esta ciudad jamás conoció,

vengan y calcen mis pies

ya que nunca podrán calzar mis zapatos.

escribiendole_barco_peq

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